1. ¿Por qué nos cuesta tanto pensar con calma?
Vivimos rodeados de estímulos y distracciones. Siempre hay algo que hacer, algo que ver, algo que contestar. En ese ritmo frenético, sentarse a pensar se percibe casi como un lujo innecesario. Pero la falta de reflexión no es neutral: nos aleja de nosotros mismos.
Pensar con calma es una forma de volver a nuestro centro. No se trata de encontrar respuestas rápidas, sino de abrir espacios de sinceridad. Reflexionar nos permite cuestionar, sentir y decidir con más claridad. Y eso, aunque cueste, vale la pena.